La Navidad es una fiesta para celebrar en familia y, como en la Alameda hacemos familia, quisimos celebrarla a nuestro modo (una semana antes de vacaciones). Efectivamente, este sábado quince empezó a llegar gente a partir de las nueve menos cuarto: «¡Hombre! ¿Qué tal todo? Deja el abrigo, ahí». Abrazos, corbatas, más gente, fotos en el photocall, más gente, conversaciones en el pasillo, y más gente… ¡Nos terminamos juntando unas cuarenta y cinco personas! Y, aunque la cifra se notó por ser más pequeña la sede provisional de Conde Salvatierra, nadie se quejó (imposible hacerlo cuando estás rodeado de amigos).
Tras la foto de grupo en el salón (haciendo unas cuantas peripecias para que pudiéramos salir todos), nos sentamos a cenar. Un rato agradable de charla, acompañado de una buena cena: rollitos de sobrasada con miel, «árboles de navidad» con cebolla y setas; filetes con patatas, y, sobre todo, el postre (una tarta «red velvet» de dos pisos como premonición de la «ligera dieta navideña» de este año). Una vez terminadas las tartas, comenzaron los tan esperados brindis, un momento muy especial en el que no faltaron las bromas, los tonos solemnes ni las dedicatorias más emotivas.
Para terminar, un agradable rato en familia en la sala de estar, cantando villancicos, alternándolos con algún número de show preparado por los más atrevidos. Entre estos números, tuvieron especial reconocimiento del público el de magia de Iván Pascual, con su sorprendente truco de la carta firmada, y el de la batalla de gallos, en la que pudimos divertirnos con las mejores rimas improvisadas. En fin, un éxito total.
¡Feliz Navidad!