La Jornada Mundial de la Juventud fueron unos días únicos en los que nos encontramos con jóvenes de todo el mundo. No solo en Cracovia donde se celebraron los actos centrales, sino en las diversas ciudades que pudimos visitar con motivo del viaje.
Horas de autobús y caminatas interminables que no dejaron un mal sabor de boca sino todo lo contrario: quedamos con ganas de más. La gente, el ambiente y la cantidad de buenos recuerdos hicieron de estos días algo muy grande para todos los que estuvimos allí. Ahora toca «salir del sillón» como nos pedía el Papa Francisco e implicarse en resolver en casa todas esas cosas que vemos que pueden marchar mejor.