Ricardo Espíritu, con quien tuvimos el coloquio de esta semana, es coronel del Ejército de Tierra y, como todo militar, ha sido destinado a distintas partes del mundo (guerra de los Balcanes, Irak, Afganistán…). Pero, de entre todos sus destinos, Ricardo nos quiso hablar de uno muy peculiar: el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, donde estuvo quince años.
La tertulia estuvo enfocada, en un primer momento, en la discusión sobre el tema de la inmigración y todo lo que ello engloba. Ricardo nos dio su visión al respecto, una visión que, como es lógico, es mucho más cercana al problema y, por ello mismo, podía aportar datos reales e importantes: nos habló de la odisea que tienen que atravesar todas esas personas que, desde distintos puntos del continente africano, quieren llegar a Europa creyendo que ahí terminarán sus problemas; nos habló, asimismo, de las mafias que explotan y viven gracias a todas estas migraciones; nos habló de la falta de recursos y ayudas reales, que les permitan a estos inmigrantes forjar un futuro estable, en nuestro país; así como del tráfico de personas o de la relevancia que cobran las diferencias culturales.
Pero, tras el discurso general, sobre la inmigración, nuestro invitado quiso hablar de la vida concreta, del día a día en el CETI y de lo mucho que él aprendió ahí. Así, nos contó las distintas excursiones que hacían por Ceuta; el programa que iniciaron para intentar descubrir las habilidades e ilusiones de los residentes del CETI, para fomentarlos y buscarles salidas profesionales, de modo que pudieran dedicarse a lo que les gusta (llegaron a hacer una exposición de un inmigrante que se quería dedicar a la pintura); también, por contar algo de los momentos «grises» de la rutina, Ricardo habló de las peleas, de la desesperanza, de la asistencia psicológica, de cómo, en definitiva, estás rodeado de un sufrimiento real y de una incertidumbre constante a la que te ves incapaz de saciar. Cara a cara con un problema de muchas facetas y de pocas soluciones, pero que al menos podemos afrontar juntos.