El curso ha comenzado, y junto a él las tradicionales tertulias de los jueves. Para inaugurarlas, contamos con la presencia de David Casinos, muy bien acompañado de Farala, su perro Lazarillo, que lo guía a todas partes. Casinos nos contó su historia: una historia de superación, de cómo creer en uno mismo y superarse. Una historia que no dejó a nadie indiferente.
David Casinos se quedó ciego hace veinte años debido a una diabetes que siempre le ha acompañado y a la que llama “mi compañera dulce”. En cuanto llegó nos dejó claro que no vino a hablarnos de su ceguera de vista, sino de la ceguera de la incertidumbre, de cómo lo que parecía un obstáculo se ha convertido en su seña de identidad. Tras la indicación a Farala para que se sentara y se pusiera cómoda, el deportista comenzó. Y lo hizo hablando de su pasado, de cómo antes de ser ciego era deportista y una carta le dejo fuera del campeonato mundial: “Rompí la carta y decidí olvidarme del deporte profesionalmente”.
Años más tarde comenzó la ceguera: él no pudo creérselo, y se hundió. Sin embargo, tras un proceso de reflexión se dio cuenta de que debía seguir adelante contando siempre con el fuerte apoyo de su madre, que ha sido -y sigue siendo- su bastón. Comenzó a ponerse metas pequeñas y a superarse con una filosofía muy sencilla, pero complicada de poner en práctica: la confianza en uno mismo, bajo su lema -y título de su libro-: todos los días sale el sol; y si no sale, ya me encargo yo de sacarlo. Meta tras meta decidió volver al deporte: no había obstáculos, los obstáculos te los creas tú mismo, el miedo se supera mediante las experiencias positivas cuando te enfrentas a ellos.
Una de estas metas marcaría un antes y un después: Sidney 2000. Casinos cuenta actualmente con cuatro medallas de oro y una de bronce, siempre con la idea de “reinventarse en cada edición”. Trajo consigo una de sus medallas de oro (Londres 2012), y adelantó que abandonará el atletismo de cara a Tokio 2020, pues ha decidido lanzarse con el ciclismo de pista.
Farala escuchó orgullosa las palabras de su protegido, las palabras del protagonista de una historia de superación. Al final del coloquio, Casinos dio vía libre a su acompañante para jugar con todos nosotros.